BAUTÍCESE CADA UNO DE VOSOTROS
EN EL NOMBRE...
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Marcos 16:16
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí
cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma,
y venía sobre él.
Mateo 3:16
Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con
Espíritu Santo.
Marcos 1:8
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos
los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Hechos 2:38-39
¿Es el bautismo importante? Lo fue para Jesús. De hecho, tuvo tanta
importancia que fue la última comisión que Jesús dio en Mateo 28:19, y hasta Él
mismo fue bautizado. Ya sabemos que el bautismo es imprescindible para llegar a
ser un Cristiano; pero ¿importa cómo seamos bautizados? ¡La respuesta es SÍ!
Por qué bautizamos:
Ahora, en el Tabernáculo Branham, nosotros creemos en el “bautismo en
agua” por inmersión, “en el Nombre del Señor Jesucristo”, que es la Enseñanza
apostólica de la Biblia. Y que todos nuestros miembros, o los que vienen al
Tabernáculo Branham, que así lo deseen, puedan en cualquier tiempo (que así lo
pidan), ser sumergidos, en el Nombre del Señor Jesucristo. Que consulten al
pastor; si se han arrepentido, y creído en el Señor Jesucristo, el pastor, tan
pronto como sea posible, aun entonces si puede, los bautizará inmediatamente.
Esto los trae al compañerismo de los creyentes. Creemos que por el bautismo en
agua somos traídos a un compañerismo. Pero, por el bautismo del Espíritu Santo,
somos admitidos como miembros, siendo miembros del Cuerpo de Jesucristo, el
cual está por todo el mundo.
Orden de la Iglesia, 58-1007
Bautizar es una palabra griega que significa ‘sumergir’. Juan bautizó en
el río Jordán y los discípulos también bautizaron en agua; por tanto, en el
bautismo correcto es necesario ser sumergido completamente en agua. El rociar y
las otras formas de bautismo surgieron después de que se escribiera la Biblia;
no son Escriturales.
La ocasión en que Felipe se encontró con el eunuco etíope nos da un
ejemplo. El eunuco creyó el testimonio sobre el Señor Jesús que dio Felipe y
luego le pidió que lo bautizara en agua. Ambos entraron al agua, y Felipe lo
sumergió (Hechos 8:38).
Si Jesús comisionó a Sus discípulos a bautizar en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo, y a instruir a la gente para que guardara todos
Sus mandatos, entonces ¿por qué no bautizó así ninguno de ellos? Todos los
bautismos registrados desde esta comisión se efectuaron en el Nombre de
Jesucristo.
La respuesta es sencilla:
Jesús les mandó bautizar en un Nombre, no en un título. “Padre, Hijo y
Espíritu Santo” son títulos.
Por ejemplo: ¿es Ud. un hijo o una hija? ¿Se llama Ud. “Hijo” o “Hija”?
Quizás sus padres le llamen “hijo” o “hija”; pero Ud. tiene un nombre y Dios
también. Es así de sencilla la respuesta: Jesucristo es Dios y no tres deidades
distintas. Él es Uno, tal como dice la Escritura: “Un solo Señor, una sola fe,
un solo bautismo” (Efesios 4:5); y “Porque tres son los que dan testimonio en
el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (1 Juan
5:7).
¿De verdad importa que me bautice según la enseñanza de la Biblia, o me puedo bautizar de cualquier otra forma?
Les importó tanto a los apóstoles que rebautizaron a quienes no se
habían bautizado correctamente y aun a los que fueron bautizados por Juan el
Bautista, el mayor de todos los profetas.
Poco después de recibir el Espíritu Santo en el aposento alto, Pedro
predicó un sermón sobre la Deidad del Señor Jesús, el cual impactó tanto a la
gente que preguntaron: “¿Qué haremos?”. Pedro, ahora lleno del Espíritu Santo,
respondió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que
están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos
2:14-39).
Con esas palabras, vemos la fórmula para recibir el mismo Espíritu Santo
que tuvieron Pedro y los apóstoles en el día de Pentecostés.
El Libro de los Hechos (capítulo 19) nos da otro ejemplo muy claro de
esta fórmula en acción, con la ocasión en que Pablo se encontró con un grupo de
personas en Éfeso que ya habían aceptado a Jesús como su Salvador. Ellos le
contaron de su conversión, y él les preguntó: “¿Recibisteis el Espíritu Santo
cuando creísteis?”. Ellos sabían de Jesús, pero no del Espíritu Santo. Pablo,
quien conocía la fórmula correcta, preguntó: “¿En qué, pues, fuisteis
bautizados?”. Respondieron que se habían bautizado según la forma en que Juan
el Bautista bautizó, la cual era distinta. Pablo entonces les ordenó volverse
bautizar, esta vez, en el Nombre del Señor Jesús. ¿Qué pasó después? Ud.
acertó: fueron llenos del Espíritu Santo.
Entonces la pregunta apremiante sería esta:
Si he sido bautizado en los títulos de Padre, Hijo y Espíritu Santo,
entonces ¿necesito ser bautizado de nuevo?
El Libro de los Hechos afirma que sí. Después de eso, Ud. tiene la
Promesa de que RECIBIRÁ el Espíritu Santo.
Quién puede bautizar:
Por eso vienen aquí, por eso es que vienen a Cristo, Uds. se están
alimentando de Su Palabra. Y si Uds. pueden tener un tiempo como éste, aquí,
sólo por Sus atributos expresados, ¿qué será cuando entremos en Su Presencia?
¡Oh, será maravilloso! Cada uno de Uds. tiene el derecho de sanar a los
enfermos, de poner sus manos sobre los enfermos. Cada uno de Uds. tiene el
derecho de bautizar.
El futuro Hogar del Novio celestial y la Novia
terrenal, 64-0802